viernes, 31 de agosto de 2007

Manoseador de alimentos

Hoy es San Viernes. Como tantos días, bajé para almorzar algo antes de dar por inaugurada la sesión de tarde de libros. San Viernes había prácticamente volado del barrio, y salvo el Cinco Jotas (caro, siempre lleno de pijos, rocieros y turistas), nada quedaba en los alrededores.
Vuelta a la manzana, sempiterno Horno de San Buenaventura, clásico pero eficaz MacDonald’s sevillano. Un par de tapas, una “sin” y un cafelito bastarían.
Ante mí, la hermosura del refrigerador acristalado con todos los manjares a mi disposición. Del plato a la mesa, una camarera poco diligente; otra cosa es cómo la comida llega hasta el plato. Tras el mostrador, había uno de esos sevillanos con muchos años de oficio en la hostelería, ya pronto a jubilarse y “jarto de to”.
Con dedos recios, melenudos y morenos, se prestaba a componer los pedidos que, voz en off, surgían de un altavoz situado al otro extremo de la barra. Era el momento mágico de escanciar una carne con tomate o un lomo a la casera. Con el plato ligeramente basculado iba agregando cucharadas como si de grasa de tractor se tratara. Mientras, chorreaba otras fuentes de forma que, imagino, al final de la jornada todos los platos se probasen unos a otros. Unas papas panaderas (al parecer todo va acompañado por esto) y listo… para el manoseo. Es preciso recolocar los alimentos antes de servirlos, una especie de arte final culinaria.
Así, le tocó servir pollo al ajillo; se recolocan los trozos digitalmente para hacer hueco a otras cosas. Yo pedí tortilla; estocada torera y cinco dedos, luego con el gordo basta para arrinconarla. Todos los combinados se sirven con dedo. Hubo alguien de arriba, del lounch, que devolvió una comanda, y en tal circunstancia, regresó a la fuente.
Pero no siempre es así. Bastó que se acercara una joven y hermosa italiana de trenzas pizpiretas y sonrisa ancha (vamos, taco de güena) para que sacara unas pinzas con las que con gran cariño y amor extraer de la fuente unas croquetas, las mismas que antes estaba remanoseando de un tupe a otro y de éste a la fuente. Mientras tanto, un tajo al queso y al buche, que ya son muchos años de aguantar pijos y guiris.
Manoseo. Manoseo titulado. Manoseo lleno de dedos solidarios que todo lo palpan, redondo, con yemas y uñas. Pringue.