jueves, 1 de noviembre de 2007

Requiem por los monstruos


Nos engañaron. Colgaron el cartel, como todos los veranos, hasta el otoño. Esta vez había reformas, también como casi todos los años. Muchas veces nos sorprendieron. En cierta ocasión sustituyeron las sillas, aquellas de a diez kilos que chirriaban como cajas de pescado. Suprimieron los carteles que desde un principio ondeaban las cabezas de Juan, Antonio y Fonsi: “Pida nuestra horchata”, “Chocolate con calentitos”. Se salvó aquel de “Pida nuestro desayuno especial” con zapato de bebé incluido. Recuerdo la tabla de cortar molletes, macerada de tiempo, hundida al corte cansino de las rebanadas. La pecera cayó en los últimos años, era el alma de “Los monstruos”.
Tantos menús, tantas “especiales”, tantas reuniones, almuerzos de Navidad… ya no volverán, porque han decidido doblar la página de la historia de la elehache y jubilarse, que, por otro lado, ya estaba bien de curro.

Réquiem por “Los monstruos”

viernes, 14 de septiembre de 2007

Erratas

"No estamos locos, / sabemos lo que queremos. / Vive la vida... La última vez que escuché esta canción fue en la Sala B de Psiquiatría del hospital Macarena. Quien canturreaba, dormía allí esa noche.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Erratas

De todos los mundos posibles e imposibles, me ha tocado vivir el de los cuerdos. Es para volverse loco.

viernes, 31 de agosto de 2007

Manoseador de alimentos

Hoy es San Viernes. Como tantos días, bajé para almorzar algo antes de dar por inaugurada la sesión de tarde de libros. San Viernes había prácticamente volado del barrio, y salvo el Cinco Jotas (caro, siempre lleno de pijos, rocieros y turistas), nada quedaba en los alrededores.
Vuelta a la manzana, sempiterno Horno de San Buenaventura, clásico pero eficaz MacDonald’s sevillano. Un par de tapas, una “sin” y un cafelito bastarían.
Ante mí, la hermosura del refrigerador acristalado con todos los manjares a mi disposición. Del plato a la mesa, una camarera poco diligente; otra cosa es cómo la comida llega hasta el plato. Tras el mostrador, había uno de esos sevillanos con muchos años de oficio en la hostelería, ya pronto a jubilarse y “jarto de to”.
Con dedos recios, melenudos y morenos, se prestaba a componer los pedidos que, voz en off, surgían de un altavoz situado al otro extremo de la barra. Era el momento mágico de escanciar una carne con tomate o un lomo a la casera. Con el plato ligeramente basculado iba agregando cucharadas como si de grasa de tractor se tratara. Mientras, chorreaba otras fuentes de forma que, imagino, al final de la jornada todos los platos se probasen unos a otros. Unas papas panaderas (al parecer todo va acompañado por esto) y listo… para el manoseo. Es preciso recolocar los alimentos antes de servirlos, una especie de arte final culinaria.
Así, le tocó servir pollo al ajillo; se recolocan los trozos digitalmente para hacer hueco a otras cosas. Yo pedí tortilla; estocada torera y cinco dedos, luego con el gordo basta para arrinconarla. Todos los combinados se sirven con dedo. Hubo alguien de arriba, del lounch, que devolvió una comanda, y en tal circunstancia, regresó a la fuente.
Pero no siempre es así. Bastó que se acercara una joven y hermosa italiana de trenzas pizpiretas y sonrisa ancha (vamos, taco de güena) para que sacara unas pinzas con las que con gran cariño y amor extraer de la fuente unas croquetas, las mismas que antes estaba remanoseando de un tupe a otro y de éste a la fuente. Mientras tanto, un tajo al queso y al buche, que ya son muchos años de aguantar pijos y guiris.
Manoseo. Manoseo titulado. Manoseo lleno de dedos solidarios que todo lo palpan, redondo, con yemas y uñas. Pringue.

viernes, 27 de julio de 2007

Estratombórico

Uno de mis socios de cooperativa, Alejandro, es, entre otras cosas, inventor de palabras. Pensar de forma acelerada a veces desemboca inevitablemente en un atoramiento de lengua que, para dar por fin sonora salida a la idea, sin permiso de nadie refunde los vocablos. “Esto ha sido estatombórico. Aquí no venimos más.” Se refería al notario. Fin de mes, del mes de julio, época de declaraciones e impuestos varios. El notario de turno debe dar fe de que nosotros somos nosotros, al menos durante el instante de la firma “reconocida”; luego, sobre el papel, somos para él “bien conocidos”. Le hable de mi padre y de la amistad que tuvo con su hermano ya fallecido; me pareció hablar con un ruso en no-ruso. “Dubroi-utra” (buenos días), igual es ruso y no me he enterado.
La notaría no era cutre, si no hubiera tenido su encanto. Era más bien rancia, casposa, ecléctica en el peor de los sentidos, es decir, heredera de una amalgama mobiliar termomixada, vamos, un museo en honor al pésimo gusto decorativo. Sobre la mesita de espera, revistas harto interesantes del colegio de notarios o una asociación de riñones sin fronteras, algún “Hola” de hace meses… El barniz de la pared, puro ámbar…
De todas formas no pudimos concretar el protocolo con él, simplemente porque nos echó. Hay muchas maneras de dar puerta sin ser excesivamente grosero; una de ellas es la ignorancia. Nuestra asesoras querían hacer una reclamación, pero como las notarías se mueven en el limbo de lo público privatizado, no tenían libro de quejas. Al final, corte de manga —eso sí, cortés y fino— y a otra escribanía.
Así, al abrigo de la “caló” agosteña de Sevilla, salimos en busca de otra notaría que nos hiciera el trámite. “Uf, esta está hasta los topes.” “Es normal, todo el mundo está pa lo mismo.” “Putos papeles, llevamos cuatro horas para un garabato.” “Creo que hay otra en la Puerta de Jerez.” “Yo tengo una amiga aquí a la vuelta, en la notaría de no sé quién.” “Coño, pues vamos p’allá.” El atropellado diálogo se sucedía mientras nos tostábamos en la Plaza Nueva, como si en realidad fuésemos de compras a las rebajas: “A ver a qué notaría vamos.” “Aquella está de oferta…”
Después de casi cuatro horas, por fin, llegamos a un mostrador de diseño cálido; allí nos esperaba Angustias, es decir, nuestra palanca, la amiga de la amiga de la amiga… A veces no nos damos cuenta de que el enchufe es la única manera de que el sistema funcione (aquí cabría preguntarse ¿cuál es el sistema?).
“Esto ha sido estatombórico”, se repetía Alejandro. Debe ser un híbrido mental entre estratosfera y estrambótico.
Al final, firmamos, no pagamos y nos cagamos una vez más en el tópico de las escribanías…

jueves, 26 de julio de 2007

Son tantos los ojos con que me veo

Las nuevas gafas son mejores que las anteriores, y no porque lleven el sello de Carolina Herrera —a la cual ni le pongo rostro—. Hace bastantes años me fui al VisionLab de Sierpes a encargar unas nuevas; sólo quedaban días para el despegue hacia Quito (ese año tocaba, 2002, creo) y se me habían partido. Las nuevas de ahora son cuadradas, odio el cuadrado, pero la moda manda, no hay redondas. Redondas fueron entonces las de aquel año ecuatoriano, y de Paco Rabanne —tampoco tengo rostro para él.
Y son mejores porque veo mejor y, sobre todo, porque sortean mejor los caños de sudor que me invaden en el trabajo, sin aire a condicionado, sólo dos ventiladores atiborrados de pelusas, el uno gira, el otro también gira pero sobre sí mismo, un incordio.
Al son de música moruna, el teléfono suena una y otra vez: “Que me lo tienes que tener para el viernes”, el lunes sin falta” (fin de semana en la oficina), “hay que hacer el sobre esfuerzo”…
Y qué cojones, el fin de semana me largo a Extremadura, a contar bórregas,a pisar la mierda de los guarros, a contemplar la hemosura mirada de las vacas, a guisotear, a leer… a trabajar… el lunes… maldito lunes…
Las gafas nuevas, putas, se me clavan y ortopedizan.

lunes, 23 de julio de 2007

Censurada


A continuación, el texto de la redacción de la revista "El Jueves"...

Escribimos esta nota el viernes, 20 de Julio de 2007, a las 19h. Tenemos la redacción llena de medios de comunicación que nos preguntan el por qué del secuestro de la revista. No sabemos qué responderles. El Jueves ha publicado decenas, cientos de dibujos sobre la familia real ( y sobre políticos, famosos, la ETA y todo lo que se mueve). Incluso hemos publicado un libro, TOCANDO LOS BORBONES, un tomazo de 350 páginas que recopilaba los dibujos más divertidos.

Somos humoristas gráficos y trabajamos conscientes de que nuestra obligación, lo que nos piden los lectores, es que exploremos el límite de la libertad de expresión. Podemos aceptar que, incluso, en alguna ocasión, lo podamos traspasar . Gajes del oficio. Si nos pasamos para eso están los tribunales pero...¿un secuestro? ¿ la policía recorriendo los quioscos de todo el país retirando nuestra revista? ¿ De verdad escribimos esto el 20 de Julio del 2007?

lunes, 2 de julio de 2007

Arte y fúltbol: fútbol


Para los que no se hayan enterado, hay un evento llamado "Art-Football", una especie de mundialito de 16 países que juegan al fútbol con equipos formados por dos veteranos del ramo y artistas (músicos, cantantes, actores, editores, etc.).
La imagen corresponde al momento previo en que se toca (no canta) el himno patrio, antes del partido. La banderola es sujetada por rusitos que luego se divierten recogiendo pelotas y pidiendo autógrafos a los famosos.
A fecha de hoy, la selección jugará por el tercer puesto. Nunca la selección habrá llegado tan lejos. Para los curiosos: www.art-football.com

Cuestión de idiomas...


El Park Hotel de Sochi, como casi todos los hoteles de grandes cadenas (Radisson), carece de personalidad y consumir cualquier cosa resulta agujereante para el bolsillo. Sin embargo, se permiten traer bebidas desde la calle. No es lo mismo con las prostitutas, que quedan recluidas al “Lobby” del hotel; si quieres cama acompañado has de sobornar al gorila incansable que flanquea el acceso a las habitaciones, si no, debes arriesgarte al espigón de la playa. Allí la coima deberás satisfacerla al militari (pasma) de turno.

Es fuera, pues, en la calle, donde se respira algo de Rusia. La rareza está en relación directa con el idioma. Cuando preguntas el consabido “du yu spik inglish?” sabes bien la respuesta: niet. Eso ocurre con la mujer (aún no sé su nombre) del kioskito de bebidas, tabaco y helados que se halla justo a la salida del hotel. Otra cosa es entrar al quite con un “priviest” (hola). Entonces te mira, con algo de sorpresa y con un esbozo de sonrisa. Luego viene el “dva pivó jarodni, pallalsta” (dos cervezas frías, por favor). Algo responde, imagino que cuál de las quinientas que tienes… “Báltika tri”. Acostumbrada, muestra el precio en la calculadora; los números son internacionales y la moneda sabemos que es el rublo. Felicidad. “Spasiba”… “pollalsta” (de nada). Y así se vence uno de los primeros retos a la incomunicación.

El cirílico es otro cantar. A primera vista tienes la sensación de estar colgado por los piés y metido dentro del espejo. La “R” y la “N” al revés, son una “a” y una “i” respectivamente. La “B” es la “v”, la “P”, la “r”, y así otras tantas, aparte de los caracteres desconocidos o en otros usos acá, como “pi”, que es la “p”, o “lambda”, la “L”, y etc., etc., etc.

El dedo no basta, es necesario el idioma, y como el inglés ha sido el del enemigo tanto tiempo, sólo los del KGB lo saben. Y es que la perestroika se hizo en ruso. Ahora se puede aprender inglés, o cualquier otro idioma del enemigo, y viajar, siempre y cuando las alambras del telón de metacrilato lo permitan. Entonces se descubre que “non” es “niet”.

sábado, 30 de junio de 2007

Hoy es el día

Hoy es un cumpleaños raro, en tierra rara, con gente rara. Mi primer cumple en tierras rusas. Y es que este lugar del mundo es raro, palabra que me repito hasta la saciedad, pero es así, raro.
El primer día nos quedamos sin cenar porque nos invitaron a una cena a la cual no estábamos invitados, y de vuelta al hotel tampoco hubo cena. Algunos cenaron porque se colaron como mendigos hambrientos a robar cualquier cosa, las sobras, algunas rebanadas de pan negro empepitadas de fiambre, una fruta tal vez, medio tomate o algunos plátanos. Hubo cuatrocientos más que, igualmente invitados, tampoco cenaron. Los más hambrientos casi llegaron a las manos y se devoran al mensajero (el intérprete). Al final llenamos el estómago con cervezas y unas galletas escondidas en la maleta. Los más listos, procedentes de Korea, sin perder la sonrisa, en un alarde de eficiencia gastronómica optaron por salir a la caza del MacDonald de turno; una hora más tarde, y con una sonrisa de oreja a oreja, llegaron cargaditos de bolsas repletas de guarreridas varias. Ellos se autoinvitaron, o sabían ruso.
Al día siguiente no fuimos invitados a desayunar y desayunamos.
Hoy, que sigue siendo el cumple, dejaré que me inviten, pero no en ruso.

miércoles, 27 de junio de 2007

Por el Imperio 1

Yugoslavia ha sido, en realidead, el único país del extinto "telón de acero" que tuve la oportunidad de visitar. Por entonces contaba con tan sólo doce años y mis recuerdos se pierden en una enorme piedra que con crueldad infantil lancé sobre un gigantesco (y un tanto repulsivo) sapo de Zabreg que llevaba su cría a cuestas. Desde aquel "bombardeo" hasta ahora ha llovido bastante, y sobre todo petardos que se han cobrado la bienvenida al occidente con una buena cuota de carne.
Acá, en Sochi, he llegado tarde, aunque todavía pueden verse por los rincones infinidad de símbolos que se resisten a la quema, quizá porque para desmontarlos definitivamente, además de voluntad, faltan los rublos. Así, Aeroflot, la compañía aérea orgullo del desarrollo soviético de los cincuenta, conserva la hoz y el martillo entre sus alas (ahora de Ícaro). O también un Lénin de vez en cuando. O un kiosquito cuyo escaparate, a modo de vitrina de museo, asoma un sin fin de cajetillas de tabacos ya extinguidos y sustituidos por las nuevas "especies" de los nuevos dioses: Camel, Winston, Pall-Mall, Marlboro, etc.
Acá, la gente es, sobre todo, gente. Y sus rostros, lejos de celebrar el triunfo, en su hermosura, reflejan la derrota.

viernes, 22 de junio de 2007

Me voy...

Otra vez agarro la maletota, esta vez con destino a Sochi, hermoso lugar enclavado en el Mar Negro, en los dominios de la antigua URSS (la CCCP), también lugar de veraneo de Stalin y otros muchos dirigentes del PCUS. Hoy lo que se puede ver en Internet son muchas playas, turistas (rusos habitualmente), yates, moticos acuáticas y, sobre todo, el Cáucaso al fondo.
Me voy de reporter tribulete, a ver qué pasa.