sábado, 30 de junio de 2007

Hoy es el día

Hoy es un cumpleaños raro, en tierra rara, con gente rara. Mi primer cumple en tierras rusas. Y es que este lugar del mundo es raro, palabra que me repito hasta la saciedad, pero es así, raro.
El primer día nos quedamos sin cenar porque nos invitaron a una cena a la cual no estábamos invitados, y de vuelta al hotel tampoco hubo cena. Algunos cenaron porque se colaron como mendigos hambrientos a robar cualquier cosa, las sobras, algunas rebanadas de pan negro empepitadas de fiambre, una fruta tal vez, medio tomate o algunos plátanos. Hubo cuatrocientos más que, igualmente invitados, tampoco cenaron. Los más hambrientos casi llegaron a las manos y se devoran al mensajero (el intérprete). Al final llenamos el estómago con cervezas y unas galletas escondidas en la maleta. Los más listos, procedentes de Korea, sin perder la sonrisa, en un alarde de eficiencia gastronómica optaron por salir a la caza del MacDonald de turno; una hora más tarde, y con una sonrisa de oreja a oreja, llegaron cargaditos de bolsas repletas de guarreridas varias. Ellos se autoinvitaron, o sabían ruso.
Al día siguiente no fuimos invitados a desayunar y desayunamos.
Hoy, que sigue siendo el cumple, dejaré que me inviten, pero no en ruso.

miércoles, 27 de junio de 2007

Por el Imperio 1

Yugoslavia ha sido, en realidead, el único país del extinto "telón de acero" que tuve la oportunidad de visitar. Por entonces contaba con tan sólo doce años y mis recuerdos se pierden en una enorme piedra que con crueldad infantil lancé sobre un gigantesco (y un tanto repulsivo) sapo de Zabreg que llevaba su cría a cuestas. Desde aquel "bombardeo" hasta ahora ha llovido bastante, y sobre todo petardos que se han cobrado la bienvenida al occidente con una buena cuota de carne.
Acá, en Sochi, he llegado tarde, aunque todavía pueden verse por los rincones infinidad de símbolos que se resisten a la quema, quizá porque para desmontarlos definitivamente, además de voluntad, faltan los rublos. Así, Aeroflot, la compañía aérea orgullo del desarrollo soviético de los cincuenta, conserva la hoz y el martillo entre sus alas (ahora de Ícaro). O también un Lénin de vez en cuando. O un kiosquito cuyo escaparate, a modo de vitrina de museo, asoma un sin fin de cajetillas de tabacos ya extinguidos y sustituidos por las nuevas "especies" de los nuevos dioses: Camel, Winston, Pall-Mall, Marlboro, etc.
Acá, la gente es, sobre todo, gente. Y sus rostros, lejos de celebrar el triunfo, en su hermosura, reflejan la derrota.

viernes, 22 de junio de 2007

Me voy...

Otra vez agarro la maletota, esta vez con destino a Sochi, hermoso lugar enclavado en el Mar Negro, en los dominios de la antigua URSS (la CCCP), también lugar de veraneo de Stalin y otros muchos dirigentes del PCUS. Hoy lo que se puede ver en Internet son muchas playas, turistas (rusos habitualmente), yates, moticos acuáticas y, sobre todo, el Cáucaso al fondo.
Me voy de reporter tribulete, a ver qué pasa.